24 abr 2012


  Morir, dormir, no despertar más nunca,
  poder decir todo acabó; en un sueño
  sepultar para siempre los dolores
  del corazón, los mil y mil quebrantos
  que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
  concluir así! Morir... quedar dormidos...
  Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
  que detiene al mejor. Cuando del mundo
  no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
  vendrán en ese sueño de la muerte!.

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