poder decir todo
acabó; en un sueño
sepultar para
siempre los dolores
del corazón, los mil
y mil quebrantos
que heredó nuestra
carne, ¡quién no ansiara
concluir así!
Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez
soñar!—¡Ay! allí hay algo
que detiene al
mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un
rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño
de la muerte!.